jueves, 25 de julio de 2013

DEVOCIÓN

Lee: Salmo 69:1-18


"Porque por amor de ti he sufrido afrenta..." (Salmo 69:7)



Si sigo a Cristo tan sólo por lo que me conviene, no tengo el ingrediente principal del discipulado genuino. Ese ingrediente es la devoción a Dios por lo que él es. No soy yo quien se merece gloria, sino Dios. Es él quien se merece lealtad. Debo estar dispuesto a sufrir afrenta por Él.
No permita que ese elemento de la devoción a Dios se le pierda. Aunque poco hablamos de ello, cada uno necesita tener un gran propósito o causa por la cual luchar, algo que haya sido revelado por Dios mismo.
Pregúntese qué cosa puede ser más importante que buscar el reino de Dios y su justicia (Mateo 6:33). El mundo se combate a sí mismo porque no quiere aceptar ese reino de Dios. A pesar de ello, si toda la gente obedeciese las leyes de Dios, se acabaría el crimen y no habría más guerras ni pobreza ni desesperación. Dar a conocer a Cristo como Rey es el gran propósito de nuestra existencia; esa visión es tan grande que ocupará todo nuestro tiempo y demandará todo nuestro esfuerzo y nos llevará a pedirle a Dios que nos ayude.
¡Qué vocación para esta vida! Y no es por temor del infierno ni por ansias del cielo, sino a causa de nuestra devoción al Gran Rey. Si alguien busca una grandiosa razón de ser, ésta debe ser llevar el nombre de JESUCRISTO A TODO EL MUNDO.


PIENSA:


Jamás seremos gente de impacto si no tenemos alguna razón superior de ser.


ORA:


SOBERANO Y GLORIOSO DIOS, TÚ ERES DIGNO DE SUPREMA ALABANZA Y HONOR Y OBEDIENCIA Y DEVOCIÓN. DAME UNA VISIÓN QUE VAYA MÁS ALLÁ DE MI MIRADA Y LUEGO LA FORTALEZA PARA CUMPLIRLA. TE LO PIDO EN EL SANTO NOMBRE DE MI SEÑOR Y SALVADOR PERSONAL, JESÚS. AMÉN.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario