sábado, 8 de junio de 2013


Lee Salmo 15

"Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo?" (Salmo 15:1)

El habitar en el tabernáculo o casa de Dios no es solamente asistir a una iglesia en día sábado o domingo. El ser huésped de Dios no es visitarlo de vez en cuando sino más bien, mudarse para vivir con Él todos los días en su "tabernáculo", es decir, su presencia. Es un estilo de vida que manifiesta la presencia de Dios. Es algo tan natural y genuino que no hay necesidad de anotar en algún papelito que es hora de hacerle otra visita a Dios.


Pero Dios es santo y así es que David, en este salmo, se pregunta quién podría ser digno de vivir en la presencia de Dios. Aquellos que son de buen carácter, dice Dios, son bienvenidos en su residencia personal. Son personas de integridad y que hacen justicia; hablan verdad y no calumnian con su lengua; honran a los que temen a Jehová y no se aferran a su dinero; son fieles a sus promesas aunque les cueste caro y no admiten testimonio falso contra el inocente. Tales son los huéspedes de Dios.

 Esto no quiere decir que son huéspedes porque han sido tan buenos y decentes. únicamente la fe en Cristo y su obra redentora abren las puertas a la comunión con Dios. Nuestro carácter le interesa sumamente a Dios, máxime después de entrar por esas puertas.

Si se nos conoce como gente que vive en la presencia de Dios, el mundo tiene que verlo en nuestra conducta cotidiana.

Piensa:
El mundo observa todos nuestros movimientos. Más importante aún es que Dios también nos observa

ORA: SEÑOR DIOS, NO SOMOS DIGNOS DE VIVIR EN TU SANTA PRESENCIA PERO ACÉPTANOS EN EL NOMBRE DE CRISTO. AYÚDANOS A VIVIR VIDAS QUE TE AGRADEN. POR CRISTO JESÚS. AMÉN.


viernes, 7 de junio de 2013

Lee: Salmo 5

"Yo por la abundancia de tu misericordia entraré en tu casa". (Salmo 5:7)

AMOR QUE ABRE PUERTAS

Es posible para el hombre entrar en la presencia de Dios para adorarle, para alabarle  para darle gracias. ¿Qué es lo que abre las puertas para ese gran privilegio? No son las virtudes humanas, ni son sus buenas acciones; no es ni siquiera el quemante deseo de hacerlo. Ninguna de estas cosas abre las puertas a la presencia de Dios. Lo que abre esas puertas es el amor de Dios.

El amor de Dios es firme y continuo; no se ve afectado por las emociones nuestras. Se trata de la expresión libre de lo que hay en su corazón; no es jamás premio por alguna virtud de parte nuestra. Ese mor es sencillamente maravilloso; es maravilla que el hombre sea tan lento para responder a ese amor, es maravilla mayor responder a ese amor; es maravilla mayor en vista de que Él sigue y sigue amándonos aun cuando no somos dignos de tanto amor.

El amor de Dios puede ser nuestro únicamente en Cristo. Ese fue el amor que envió a Cristo al mundo; ese amor fue lo que lo llevó a la cruz en nuestro lugar.

Las puertas hacia Dios están abiertas. Él le invita a acercarse, a meditar en su Palabra, hablarle en oración, vivir para él. Entremos con humildad porque el precio de la entrada es el amor del Calvario, pero entremos con gozo. Los brazos de Dios nos esperan.

PIENSA: 

La adoraciones una experiencia del alma. La persona entra en comunión con Dios por medio de Cristo.

ORA:

Amado Señor, no somos dignos de que nos ames y nos invites a estar en tu presencia. Pero tú nos amas y así es que cada día nos visitas de nuevo con tu amor en Cristo. Amén.



Devocional para hoy, Junio 7

La Enseñanza de Jesús: Sencilla, pero con Autoridad

Les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. Mateo 7:29.

Jesús moraba en Capernaúm, y esta localidad llegó a ser conocida como “su ciudad”...
Era un punto de mucho tránsito. Gente de muchos países pasaba por la ciudad, o quedaba allí a descansar en sus viajes de un punto a otro. Allí Jesús podía encontrarse con representantes de todas las naciones y de todas las clases sociales, tanto ricos y encumbrados, como pobres y humildes, y sus lecciones serían llevadas a otras naciones y a muchas familias. Así se fomentaría la investigación de las profecías, la atención sería atraída al Salvador, y su misión sería presentada al mundo.
 A pesar de la acción del Sanedrín contra Jesús, la gente esperaba ávidamente el desarrollo de su misión. Todo el cielo estaba conmovido de interés. Los ángeles estaban preparando el terreno para su ministerio, obrando en los corazones humanos y atrayéndolos al Salvador.
 En Capernaúm, el hijo del noble a quien Cristo había sanado era un testigo de su poder. Y el oficial de la corte y su familia testificaban gozosamente de su fe. Cuando se supo que el Maestro mismo estaba allí, toda la ciudad se conmovió. Multitudes acudieron a su presencia. El sábado, la gente llenó la sinagoga a tal punto que muchos no pudieron entrar.
 Todos los que oían al Salvador “se maravillaban de su doctrina, porque su palabra era con potestad” Lucas 4:32...
 Jesús no tenía nada que ver con los diversos temas de disensión entre los judíos. Su obra era presentar la verdad. Sus palabras derramaban raudales de luz sobre las enseñanzas de los patriarcas y profetas, y presentaban las Escrituras a los hombres como una nueva revelación. Nunca habían percibido sus oyentes tan profundo significado en la Palabra de Dios.
 Jesús se encontraba con la gente en su propio terreno, como quien está familiarizado con sus perplejidades. Hacía hermosa la verdad presentándola de la manera más directa y sencilla. Su lenguaje era puro, refinado y claro como un arroyo cristalino. Su hablar era como música para los que habían escuchado las voces monótonas de los rabinos. Pero aunque su enseñanza era sencilla, hablaba como persona investida de autoridad. Esta característica ponía su enseñanza en contraste con la de todos los demás. Los rabinos hablaban con duda y vacilación, como si se pudiese entender que las Escrituras tenían un significado u otro exactamente opuesto. Los oyentes estaban diariamente envueltos en mayor incertidumbre. Pero al enseñar, Jesús presentaba las Escrituras como autoridad indudable. Cualquiera que fuese su tema, lo exponía con poder, con palabras incontrovertibles... En todo tema, revelaba a Dios.

jueves, 6 de junio de 2013

Lee Salmo 4

"Muchos son los que dicen: ¿Quién nos mostrará el bien? (Salmo 4:6)

¿QUÉ HAY DE BUENO?


No mucha gente pregunta ya "¿Qué hay de bueno"?. Hay tanto desengaño hoy en día que mucho se preguntan si hay algo bueno.
El libro del Eclesiastés ha sabido expresar ese sabor desolado de la desesperación: "Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades; todo es vanidad".
Sería más fácil si la gente viese algún sentido en la muerte de un niño o en la destrucción que ocasiona un huracán. La gran mayoría dice: "Me gustaría poder decir, aunque sea esta vez, que hay algo bueno en esa tragedia de la vida".
Hay bien en este mundo pero no lo encuentra usted donde la mayoría busca; en los placeres, las riquezas, n sus intrigas. El bien en este mundo empieza con la comunión con Dios en Cristo. El bien ocurre cuando hay obediencia a las leyes de Dios. El bien resulta de poner todo ante Dios en oración. El bien se acerca cuando al sufrir dolores, uno sabe que Dios se interesa y cuida. El bien es saber que , si hay necesidad, Dios la suplirá. El bien consiste en saber que a través de las más duras experiencias, Dios dará lo necesario para sobrevivir. El bien está en saber que uno se dirige al cielo por medio de la obra de Cristo.
¿Puede usted hacer la oración del Salmo 4: "Alza sobre mí, oh Jehová, la luz de tu rostro?

Piensa:

La vida de todos los días trae muchas sorpresas. La mejor de todas es la manera cómo Dios nos sorprende.

ORA:
HAZ QUE VEAMOS CLARAMENTE EL BIEN QUE HAY EN EL MUNDO. SÉ TÚ NUESTRO PROTECTOR Y SOSTÉN EN LAS COSAS DE CADA DÍA. ALZA, SEÑOR, SOBRE NOSOTROS LA LUZ DE TU ROSTRO. AMÉN





ORACIÓN PARA TODOS LOS ENFERMOS

miércoles, 5 de junio de 2013

Lee: 
Salmo 2
"Pero yo he puesto mi rey sobre Sión, mi santo monte". Salmo 2:6

EL REY DE REYES

Este Salmo formula dos preguntas: ¿por qué se amotinan las gentes  y por qué los pueblos piensan cosas vanas? Amotinarse es señal de rebelión y expresión de odio contra Dios y la humanidad. Las cosas vanas se refieren a la idea de que las naciones del mundo pueden socavar el reinado Cristo.
Cuídense de evitar tales cosas vanas; no se deje impresionar cuando los líderes del mundo hacen sus discursos en la televisión. Quiéranlo los reyes o no, Cristo es quién gobierna. Mientras los hombres se enorgullecen y hablan grandezas  Cristo es quien, con calma y muchas veces en silencio, dirige todas las cosas hacia el día que  Dios tiene designado. Los dictadores van y vienen. Los altivos y soberbios se levantan para caerse luego por su propia arrogancia.
La gran cuestión del día es si estamos cono personalmente rendidos al reinado de Cristo. Si Cristo es rey de nuestras vidas. Él gobierna nuestro espíritu. Este es el reinado del cual habla el Salmo 2. Y ese reinado espiritual de Cristo penetra todos los niveles de actividad humana: la educación, el gobierno, las artes, las ciencias, el comercio y la jurisprudencia.
La idea de un Cristo que es rey no la originaron los cristianos  Dios, el Padre, decretó que Él daría a Cristo todos los reinos de la tierra. Eso es lo que rechaza quien rechaza a Jesús.

PIENSA:
EMPIEZA A CONFESAR A CRISTO COMO DIVINO SALVADOR Y APRENDE A VERLE COMO SEÑOR DE TU VIDA.

ORA:
Señor, gracias pro darnos lugar en este mundo y gracias que Tú eres rey soberano en ese mundo.
Concédenos la paz de quienes saben que Tú gobiernas con tu poder y sabiduría. Por amor de Jesús. Amén
Devocional para hoy, Junio 5

Cristo Enseña Cosas Celestiales

Enséñame, oh Jehová, tu camino; caminaré yo en tu verdad; afirma mi corazón para que tema tu nombre. Salmos 86:11.

Lo que en los consejos del cielo el Padre y el Hijo consideraban esencial para la salvación del hombre, está presentado claramente en las Sagradas Escrituras. Las verdades infinitas de la salvación están expuestas tan sencilla y claramente que los seres finitos que desean poseer la verdad no pueden menos que comprenderlas. Las revelaciones divinas han sido hechas para instruirlos en la justicia, a fin de que glorifiquen a Dios y ayuden a sus semejantes.
Estas verdades se hallan en la Palabra de Dios, norma por la cual hemos de juzgar entre lo bueno y lo malo. La obediencia a ella es el mejor escudo para los jóvenes contra las tentaciones a las cuales están expuestos mientras adquieren educación. De esta Palabra aprenden a honrar a Dios y a ser fieles a la humanidad, cumpliendo alegremente los deberes, afrontando las pruebas que cada día trae, y soportando valientemente sus cargas
Cristo, el gran Maestro, procuró desviar la mente de los hombres de la contemplación de las cosas terrenales, a fin de poder enseñarles las cosas celestiales. Si los maestros de su tiempo hubiesen estado dispuestos a recibir sus instrucciones, y se hubiesen unido con él para sembrar las semillas de verdad en el mundo, éste sería hoy muy diferente de lo que es. Si los escribas y fariseos hubiesen unido sus fuerzas a las del Salvador, el conocimiento de Cristo habría restaurado la imagen moral de Dios en sus almas.
Pero los caudillos de Israel se apartaron de la fuente del verdadero conocimiento. Estudiaban las Escrituras solamente para apoyar sus tradiciones e imponer sus ritos de origen humano. Por su interpretación les hacían expresar sentimientos que Dios nunca había albergado. Su construcción mística hacía indistinto lo que Dios había hecho claro. Disputaban sobre puntos técnicos, y casi negaban las verdades más esenciales. Despojaban a la Palabra de Dios de su poder, y los malos espíritus realizaban su voluntad.
Las palabras de Cristo no contienen nada que no sea esencial. El Sermón del Monte es una producción maravillosa, sin embargo es tan sencillo que hasta un niño puede estudiarlo sin dejar de comprenderlo. El monte de las bienaventuranzas es un símbolo de la elevación espiritual en la cual siempre se hallaba Cristo. Cada palabra que pronunciaba provenía de Dios, y hablaba con la autoridad del cielo. “Las palabras que yo os he hablado—dijo—son espíritu y son vida” Juan 6:63. Su enseñanza está llena de verdad ennoblecedora y salvadora, con la cual no se pueden comparar las más altas ambiciones humanas y las más profundas investigaciones. El comprendía la terrible ruina que amenazaba a la raza, y vino para salvar almas por su propia justicia, trayendo al mundo definida seguridad de esperanza y completo socorro.

martes, 4 de junio de 2013

Lee Salmo 1
"Será como árbol plantado junto a corrientes de agua" (Salmo 1:3)

DOS CLASES DE GENTE

El Salmo  1 pone de relieve dos clases de gente. Una clase se siente feliz en el camino del pecado. Esta gente anda en pecado y está en pecado y se siente en pecado. Al comienzo, su participación en el pecado es cosa gradual pero al fin llega el momento en que lo único que quieren en la vida es el pecado y sus adornos y alegrías. El pecado pocas veces ataca de lleno al principio. Comienza con una idea, ésta produce un deseo que se toma estilo de vida. Mientras uno esté satisfecho con esa forma de vivir, jamás buscará la vida que Dios ofrece.
La otra clase de gente no vive no vive para sí misma o para el mundo sino para Cristo. El es su Salvador y ellos se deleitan en su Palabra, La Biblia, que les dice cómo es el Cristo. No derivan su poder de fuerzas de este mundo o de sí mismos; son como árboles plantados junto a corrientes de aguas; se alimentan del abundante río de la gracia de Dios.
Cada uno es una clase o la otra. Muchas andan por sendas que, poco a poco, los están llevando al abismo del pecado. Andan, están, se sientan y al fin toman su residencia en el pecado. Una vez que ocurre esto, poca esperanza queda para ellos.
Todo depende si elegimos la Palabra de Dios o el poder del pecado como razón de vivir.

PIENSA
 Si seguimos el camino del hombre de Dios, trazado en el Salmo 1, llegaremos a ser gente que lleva frutos. 

ORA

Gracias, Señor, por tu Palabra que es fuente de poder y de vida; sin ella, sólo hay confusión. Ayúdanos a amar tu ley y nutrirnos en ella cada día. En el nombre de Jesús. Amén.
Devocional para hoy, Junio 4

Cristo Invita Nuestra Confianza

Jesús le dijo... Sígueme.  Lucas 9:59

La caída de nuestros primeros padres rompió la cadena dorada de la obediencia implícita de la voluntad humana a la divina. Nunca más la obediencia ha sido considerada una necesidad absoluta. Los agentes humanos van tras sus propias imaginaciones, acerca de las cuales el Señor dijo—refiriéndose a los habitantes del mundo antiguo—que se dirigían continuamente hacia el mal. El Señor Jesús declaró que él había guardado los mandamientos de su Padre. ¿Cómo? ¡Como hombre! “He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad” Hebreos 10:7. Frente a las acusaciones de los judíos se mantuvo con su carácter puro, virtuoso y santo mientras los desafiaba: “¿Quién de vosotros me redarguye de pecado?” Juan 8:46. El Redentor del mundo no vino únicamente para constituirse en un sacrificio por el pecado, sino con el fin de ser un ejemplo para el hombre en todas las cosas. Era un Maestro, un educador tal como el mundo nunca antes había visto ni oído. Hablaba como quien tiene autoridad, pero al mismo tiempo invita a la confianza de todos...
 Mediante su palabra y su ejemplo práctico el Hijo unigénito del Dios infinito nos ha legado un modelo sencillo que debemos copiar. Mediante sus palabras nos ha educado para que le obedezcamos a Dios, y mediante su propio ejemplo nos ha mostrado de qué modo le podemos obedecer. Su deseo es que cada ser humano realice esta mismísima obra, que le obedezca a Dios inteligentemente y que por precepto y ejemplo enseñe a otros lo que deben hacer para transformarse en hijos obedientes de Dios.
 Jesús ha hecho posible que todo el mundo obtenga un conocimiento inteligente de su misión y obra divinas. Vino para representar el carácter de su Padre ante el mundo, y a medida que estudiamos la vida, las palabras y las obras de Jesucristo, en todo sentido recibimos ayuda en la educación de la obediencia a Dios; y al imitar el ejemplo que nos ha dado, nos transformamos en epístolas vivientes conocidas y leídas por todos los hombres. Nosotros somos los medios humanos vivientes llamados a representar el carácter de Jesucristo ante el mundo. Cristo no sólo dio reglas explícitas para demostrarnos de qué manera podemos llegar a ser hijos obedientes, sino que con su propia vida y carácter ilustró exactamente cómo realizar aquello que es correcto y aceptable ante Dios, de modo que no hubiera excusa para que no hiciéramos lo que es agradable ante su vista.
 Siempre debiéramos estar agradecidos porque Jesús nos ha probado con hechos reales que el hombre puede guardar los mandamientos de Dios, desmintiendo con ello la falsedad satánica de que el hombre no los puede guardar. El gran Maestro vino a nuestro mundo para ocupar su lugar a la cabeza de la humanidad, para así elevar y santificar a la humanidad mediante su obediencia santa a todos los requerimientos divinos, y demostrando al mismo tiempo que es posible obedecer todos los mandamientos de Dios. Así comprobó que es posible gozar de una vida entera de obediencia. De la misma manera, él envía a seres humanos al mundo—igual como el Padre envió a su Hijo—, para que ilustren la vida de Jesucristo con sus propias vidas...
 Jesús dice: “Sígueme”.

lunes, 3 de junio de 2013

Mi encuentro diario con Dios - Cristo, mi piloto sé

Mi encuentro diario con Dios - Vendrá el Señor

Devocional para hoy, Junio 3

Discípulos del Maestro Celestial

Hemos hallado al Mesías, que quiere decir el Cristo. Juan 1:41


Mientras dos discípulos estaban cerca, Juan volvió a ver a Jesús entre el pueblo. Otra vez se iluminó el rostro del profeta con la gloria del Invisible, mientras exclamaba: “He aquí el Cordero de Dios”. Las palabras conmovieron el corazón de los discípulos. Ellos no las comprendían plenamente. ¿Qué significaba el nombre que Juan le había dado: “Cordero de Dios”? Juan mismo no lo había explicado.
Dejando a Juan, se fueron en pos de Jesús. Uno de ellos era Andrés, hermano de Simón; el otro Juan, el que iba a ser el evangelista. Estos fueron los primeros discípulos de Cristo. Movidos por un impulso irresistible, siguieron a Jesús, ansiosos de hablar con él, aunque asombrados y en silencio, abrumados por el significado del pensamiento: “¿Es éste el Mesías?”
Jesús sabía que los discípulos le seguían. Eran las primicias de su ministerio, y había gozo en el corazón del Maestro divino al ver a estas almas responder a su gracia. Sin embargo, volviéndose, les preguntó: “¿Qué buscáis?” Quería dejarlos libres para volver atrás, o para expresar su deseo.
Ellos eran conscientes de un solo propósito. La presencia de Cristo llenaba su pensamiento. Exclamaron: “Rabbí,... ¿dónde moras?” En una breve entrevista, a orillas del camino no podían recibir lo que anhelaban. Deseaban estar a solas con Jesús, sentarse a sus pies, y oír sus palabras. “Díceles: Venid y ved. Vinieron, y vieron donde moraba, y quedáronse con él aquel día”.
Si Juan y Andrés hubiesen estado dominados por el espíritu incrédulo de los sacerdotes y gobernantes, no se habrían presentado como discípulos a los pies de Jesús. Habrían venido a él como críticos, para juzgar sus palabras. Muchos cierran así la puerta a las oportunidades más preciosas. No sucedió así con estos primeros discípulos. Habían respondido al llamamiento del Espíritu Santo, manifestado en la predicación de Juan el Bautista. Ahora, reconocían la voz del Maestro celestial. Para ellos, las palabras de Jesús estaban llenas de refrigerio, verdad y belleza. Una iluminación divina se derramaba sobre las enseñanzas de las Escrituras del Antiguo Testamento. Los multilaterales temas de la verdad se destacaban con una nueva luz.
Es la contrición, la fe y el amor lo que habilita al alma para recibir sabiduría del cielo. La fe obrando por el amor, es la llave del conocimiento, y todo aquel que ama “conoce a Dios” 1 Juan 4:7...
“El siguiente día, quiso Jesús ir a Galilea, y halla a Felipe, al cual dijo: Sígueme”. Felipe obedeció el mandato, y en seguida se puso también a trabajar para Cristo.
Devocional para hoy, Junio 2

El Maestro Enviado de Dios

Sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Juan 3:2.

En la extraordinaria simpatía que Cristo manifestó hacia los demás siempre demostró una serenidad firme y equilibrada. Hizo el bien con una tranquilidad y una constancia paciente nunca igualadas por ningún ser humano. Los fariseos y saduceos le seguían las pisadas constantemente; y muchos de ellos, al escuchar sus palabras y observar su serenidad, aun frente al ataque de hombres coléricos y descorteses, creyeron en él...
Todo el desprecio y la amargura que Cristo encontraba a diario no lo pudieron despojar de su serenidad. Cuando lo insultaban, él no devolvía las injurias... Nunca cruzó los límites de la corrección. ¿Quién era él? La Majestad del cielo, el Rey de gloria. La tormenta levantada por sus opositores azotaba a su alrededor, pero él no le prestaba atención. Podía darse el lujo de mantenerse en calma, porque era la encarnación viviente de la verdad.
Y actualmente los que proclaman el mensaje de verdad al mundo deberían estudiar la vida de Cristo y practicar sus lecciones. Nunca olviden que son hijos del Rey celestial, hijos e hijas del Señor de los ejércitos. Mantengan una compostura tranquila en Dios, aun cuando se encuentren con personas movidas por un poder inferior y dispuestas a sostener falsedades. Tengan la certeza de que sus mejores armas son incapaces de destruir la verdad, no importa cuánto se esfuercen por ennegrecerla con sus representaciones fraudulentas. “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” Romanos 8:31...
El era el Maestro enviado por Dios para instruir a la humanidad. Como alguien que posee todo el poder restaurador, Cristo habló de atraer a todos los seres humanos a él, y de concederles la vida eterna. En él hay poder para sanar toda enfermedad física y espiritual.
Cristo vino a nuestro mundo con la conciencia de una grandeza más que humana, a realizar una tarea que debía producir resultados infinitos. ¿Dónde se lo encuentra mientras lleva a cabo esta labor? En la casa de Pedro el pescador. Descansando junto al pozo de Jacob, mientras le conversa a la mujer samaritana acerca del agua de vida. Generalmente enseñaba al aire libre, pero a veces lo hacía en el templo, porque asistía a las reuniones del pueblo judío. Pero más a menudo enseñaba sentado junto a la montaña, o desde un bote de pescadores. Se adentró en las vidas de estos pescadores humildes. Su simpatía era empleada en favor de los necesitados, los sufrientes y los despreciados; y muchos eran atraídos hacia él... Y a los que actualmente suspiran por recibir descanso y paz, tan ciertamente como a los que escucharon sus palabras en Judea, les dice: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” Mateo 11:28.
Devocional para hoy, Junio 1

El Gran Maestro

Para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Juan 18:37.
Cristo fue el mayor Maestro que el mundo conoció jamás. Vino a esta tierra para difundir los brillantes rayos de la verdad, a fin de que los hombres pudiesen adquirir idoneidad para el cielo. “Para esto he venido al mundo—declaró—, para dar testimonio a la verdad” Juan 18:37. Vino para revelar el carácter del Padre, a fin de que los hombres pudiesen ser inducidos a adorarle en espíritu y en verdad.
El cielo sabía que el hombre necesitaba un maestro divino. La compasión y simpatía de Dios se despertaron en favor de los seres humanos, caídos y atados al carro de Satanás; y cuando llegó la plenitud del tiempo, él envió a su Hijo. El que había sido señalado en los concilios del cielo, vino a esta tierra como instructor del hombre. La rica benevolencia de Dios lo dio a nuestro mundo; y para satisfacer las necesidades de la naturaleza humana, se revistió de humanidad. Para asombro de la hueste celestial, el Verbo eterno vino a este mundo como un niño impotente. Plenamente preparado, dejó los atrios celestiales y se alió misteriosamente con los seres humanos caídos. “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros” Juan 1:14.
Cuando Cristo dejó su alto comando, podría haber tomado sobre sí cualquier condición de la vida que hubiese querido. Pero la grandeza y la jerarquía no representaban nada para él, y eligió el modo de vivir más humilde. No había de gozar de lujos, comodidades, ni complacencia propia. La verdad de origen celestial había de ser su tema; tenía que sembrarla en el mundo, y vivió de tal manera que era accesible para todos.
El que, durante su infancia, Cristo hubiese de crecer en sabiduría y favor con Dios y los hombres, no era asunto de asombro; porque estaba de acuerdo con las leyes de su promulgación divina que sus talentos se desarrollasen y se fortaleciesen sus facultades. No procuró educarse en las escuelas de los rabinos; porque Dios era su instructor. A medida que adquiría edad, crecía en sabiduría. Se aplicaba diligentemente al estudio de las Escrituras; porque sabía que estaban llenas de instrucción inestimable. Fue fiel en el cumplimiento de sus deberes domésticos; y en vez de pasar en el lecho las primeras horas de la mañana, se le hallaba a menudo en un lugar retraído, escudriñando las Escrituras y orando a su Padre celestial.
Le eran familiares todas las profecías concernientes a su obra y mediación, y especialmente las que se referían a su humillación, expiación e intercesión. Tenía siempre presente el objeto de su vida en la tierra, y se regocijaba al pensar que el misericordioso propósito del Señor había de prosperar en sus manos...
Sus palabras reconfortaban y bendecían a los que anhelaban la paz que él solo podía dar.