lunes, 5 de agosto de 2013

José de Arimatea

Lee Salmo 101


"En la integridad de mi corazón andaré en medio de mi casa" (Salmo 101:2)


Hay gente que causa muy buena impresión en público, por ejemplo, y todo el mundo la admira fuera del hogar. Dentro del círculo familiar, sin embargo, son egoístas y desconsiderados; se aprovechan de los demás y hasta son destructivos.
La integridad en el hogar se demuestra en la honestidad, en la fidelidad y en la justicia. No son pretensiones sino integridad de corazón lo que e requiere para mantener esa integridad dentro del hogar y la sociedad. Si falta esa integridad en su vida, lea el Salmo 101:2. Lo animará a cambiar su conducta en el hogar y al mismo tiempo lo ayudará en sus relaciones con los demás.
Los padres de Estelita mandaban siempre a su hija a la iglesia pero ellos nunca iban. Estelita admiraba los cuadros maravillosos que veía en la iglesia y cierto día les preguntó a sus padres qué significaban. "Bueno", dijeron los padres, "esos son cuadros de santos". "Papito" contestó ella, "¿podríamos tener algún santo en nuestra casa?". El Espíritu de Dios utilizó aquella ingenua pregunta para hacerle ver al padre cómo había perdido la integridad de su corazón en el hogar. Tomó a Estelita en sus brazos, la levantó en alto y susurró a su oído: "Cierto, cierto, hijita; pronto vamos a tener santos también en nuestra casa. Nosotros vamos a ser los santos".


Piensa:

Invitar a Dios a morar en el hogar es posible cuando Él es visible en los que moran en esa casa.


ORA:
SEÑOR JESÚS, SÉ TÚ LA CABEZA DE MI HOGAR Y EL DUEÑO DE TODO LO QUE TENGO. HAZ QUE ESTE HOGAR MÍO, SEA UN JARDÍN DE TU GRACIA DONDE NOSOTROS SEAMOS LAS FLORES. EN TU SANTO NOMBRE. AMÉN.



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