LEEMOS SAN JUAN 6:1-15
6:1 Después de esto, Jesús fue al otro lado del mar de
Galilea, el de Tiberias.
6:2 Y le seguía gran multitud, porque veían las
señales que hacía en los enfermos.
6:3 Entonces subió Jesús a un monte, y se
sentó allí con sus discípulos.
6:4 Y estaba cerca la pascua, la fiesta de
los judíos.
6:5 Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran
multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que
coman éstos?
6:6 Pero esto decía para probarle; porque él sabía lo que
había de hacer.
6:7 Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no
bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco.
6:8 Uno de sus
discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo:
6:9 Aquí está un
muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto
para tantos?
6:10 Entonces Jesús dijo: Haced recostar la
gente. Y había mucha hierba en aquel lugar; y se recostaron como en
número de cinco mil varones.
6:11 Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo
dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que
estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían.
6:12 Y cuando se
hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos
que sobraron, para que no se pierda nada.
6:13 Recogieron, pues, y
llenaron doce cestas de pedazos, que de los cinco panes de cebada sobraron a los
que habían comido.
6:14 Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús
había hecho, dijeron: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al
mundo.
6:15 Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y
hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo.
EL GESTO DE UN JOVEN
De todos los gestos realizados por Jesús durante su
actividad profética, el más recordado por las primeras comunidades cristianas
fue seguramente una comida multitudinaria organizada por él en medio del campo,
en las cercanías del lago de Galilea. Es el único episodio recogido en todos
los evangelios.
El contenido del relato es de una gran riqueza.
Siguiendo su costumbre, el evangelio de Juan no lo llama "milagro"
sino "signo". Con ello nos invita a no quedarnos en los hechos que se
narran, sino a descubrir desde la fe un sentido más profundo.
Jesús ocupa el lugar central. Nadie le pide que
intervenga. Es él mismo quien intuye el hambre de aquella gente y plantea la
necesidad de alimentarla. Es conmovedor saber que Jesús no solo alimentaba a la
gente con la Buena Noticia de Dios, sino que le preocupaba también el hambre de
sus hijos e hijas.
¿Cómo alimentar en medio del campo a una
muchedumbre numerosa? Los discípulos no encuentran ninguna solución. Felipe
dice que no se puede pensar en comprar pan, pues no tienen dinero. Andrés
piensa que se podría compartir lo que haya, pero solo un muchacho tiene cinco
panes y un par de peces. ¿Qué es eso para tantos?
Para Jesús es suficiente. Ese joven, sin nombre ni
rostro, va hacer posible lo que parece imposible. Su disponibilidad para
compartir todo lo que tiene es el camino para alimentar a aquellas gentes.
Jesús hará lo demás. Toma en sus manos los panes del joven, da gracias a Dios y
comienza a "repartirlos" entre todos.
La escena es fascinante. Una muchedumbre, sentada
sobre la hierba verde del campo, compartiendo una comida gratuita, un día de
primavera. No es un banquete de ricos. No hay vino ni carne. Es la comida
sencilla de la gente que vive junto al lago: pan de cebada y pescado ahumado.
Una comida fraterna servida por Jesús a todos gracias al gesto generoso de un
joven.
Esta comida compartida era para los primeros
cristianos un símbolo atractivo de la comunidad nacida de Jesús para construir
una humanidad nueva y fraterna. Les evocaba, al mismo tiempo, la pascua que
celebraban el día del Señor para alimentarse del espíritu y la fuerza de Jesús,
el Pan vivo venido de Dios.
Pero nunca olvidaron el gesto del joven. Si hay
hambre en el mundo, no es por escasez de alimentos sino por falta de
solidaridad. Hay pan para todos, falta generosidad para compartir. Hemos dejado
la marcha del mundo en manos del poder financiero, nos da miedo compartir lo
que tenemos, y la gente se muere de hambre por nuestro egoísmo irracional.
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