Devocional para hoy, Junio 5
Cristo Enseña Cosas Celestiales
Enséñame, oh Jehová, tu camino; caminaré yo en tu verdad; afirma mi corazón para que tema tu nombre. Salmos 86:11.
Lo que en los consejos del cielo el Padre y el Hijo consideraban
esencial para la salvación del hombre, está presentado claramente en las
Sagradas Escrituras. Las verdades infinitas de la salvación están
expuestas tan sencilla y claramente que
los seres finitos que desean poseer la verdad no pueden menos que
comprenderlas. Las revelaciones divinas han sido hechas para instruirlos
en la justicia, a fin de que glorifiquen a Dios y ayuden a sus
semejantes.
Estas verdades se hallan en la Palabra de Dios, norma
por la cual hemos de juzgar entre lo bueno y lo malo. La obediencia a
ella es el mejor escudo para los jóvenes contra las tentaciones a las
cuales están expuestos mientras adquieren educación. De esta Palabra
aprenden a honrar a Dios y a ser fieles a la humanidad, cumpliendo
alegremente los deberes, afrontando las pruebas que cada día trae, y
soportando valientemente sus cargas
Cristo, el gran Maestro,
procuró desviar la mente de los hombres de la contemplación de las cosas
terrenales, a fin de poder enseñarles las cosas celestiales. Si los
maestros de su tiempo hubiesen estado dispuestos a recibir sus
instrucciones, y se hubiesen unido con él para sembrar las semillas de
verdad en el mundo, éste sería hoy muy diferente de lo que es. Si los
escribas y fariseos hubiesen unido sus fuerzas a las del Salvador, el
conocimiento de Cristo habría restaurado la imagen moral de Dios en sus
almas.
Pero los caudillos de Israel se apartaron de la fuente del
verdadero conocimiento. Estudiaban las Escrituras solamente para apoyar
sus tradiciones e imponer sus ritos de origen humano. Por su
interpretación les hacían expresar sentimientos que Dios nunca había
albergado. Su construcción mística hacía indistinto lo que Dios había
hecho claro. Disputaban sobre puntos técnicos, y casi negaban las
verdades más esenciales. Despojaban a la Palabra de Dios de su poder, y
los malos espíritus realizaban su voluntad.
Las palabras de Cristo
no contienen nada que no sea esencial. El Sermón del Monte es una
producción maravillosa, sin embargo es tan sencillo que hasta un niño
puede estudiarlo sin dejar de comprenderlo. El monte de las
bienaventuranzas es un símbolo de la elevación espiritual en la cual
siempre se hallaba Cristo. Cada palabra que pronunciaba provenía de
Dios, y hablaba con la autoridad del cielo. “Las palabras que yo os he
hablado—dijo—son espíritu y son vida” Juan 6:63. Su enseñanza está llena
de verdad ennoblecedora y salvadora, con la cual no se pueden comparar
las más altas ambiciones humanas y las más profundas investigaciones. El
comprendía la terrible ruina que amenazaba a la raza, y vino para
salvar almas por su propia justicia, trayendo al mundo definida
seguridad de esperanza y completo socorro.
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